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LA CAPITAL POR PEDRO SQUILLACI - EL DIARIO DE ADÁN Y EVA

01 DE JULIO 2016
AUDITORIO FUNDACION ROSARIO

El misterio de un amor que aún flota en el aire. Miguel Angel Solá y Paula Cancio conmueven y entretienen en "El diario de Adán y Eva", que se presentó en el Astengo. Solá, excelente.

Hay mil maneras de contar una historia de amor, pero la de Dalmacio y Eloísa tiene una sintonía especial. Porque hay misterio y todo queda en el aire, propio de su oficio de estrellas del radioteatro. "El diario de Adán y Eva", que se presentó el sábado pasado en el Auditorio Fundación Astengo conmovió al público a partir de una trama simple y efectiva, que combinó risas y lágrimas con buena dinámica y equilibro. Y además ratificó, por si hacía falta, que Miguel Angel Solá es uno de los actores más encumbrados de la escena argentina.
 
Solá y Paula Cancio (sólida y muy suelta en su actuación) se cargan al hombro el texto de Mark Twain y le dan luz en esta versión de alta factura. Ellos componen a Dalmacio y a Eloísa, dos reconocidas figuras del radioteatro, cuya popularidad ya traspasó el dial. Tanto es así que su romance es un secreto a voces, aunque nunca fue revelado por los protagonistas.
 
La obra hace foco en su rol de figuras de la radio, pero lo cautivante es cómo el amor atraviesa tanto a los personajes que interpretan, Adán y Eva, como a sus propios corazones.
 
Solá, lejos del villano Klaus Miller que compone brillantemente en la ficción televisiva "La leona", se muestra en otra faceta, más versátil y compleja.
 
Porque mutará del joven Dalmacio, que dispara frases y gesticulaciones graciosas al interpretar a Adán, al anciano Dalmacio, que no pierde la gracia ni la seducción y se muestra irónico y crítico hacia la sociedad.
 
En una puesta atractiva, tanto Solá como Cancio se moverán entre tres espacios definidos: el radioteatro, los camarines (en donde expondrán su faceta más íntima) y un programa de radio actual, con el viejo Dalmacio entrevistado por la hija de Eloísa, con la connotación sentimental que supone este encuentro.
 
La lograda dirección de Manuel González Gil se refleja desde la dinámica de la citada puesta hasta en la variedad de climas, que van de la emoción ala carcajada sin escalas.
 
Aunque el final tiene algo de melodramático y subraya demasiado una situación que pedía más sutileza, "El diario de Adán y Eva" es una invitación al teatro que privilegia el peso específico de la palabra y apuesta por actuaciones de la más pura calidad expresiva.
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